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viernes, mayo 02, 2008

Otro Egipto

Buenos días, buenas tardes, buenas noches:

El 30 de Abril de 2008 dejé atrás la ciudad del Cairo después de pasar allí 19 días. En estos días tramité el visado de Sudán y amplié el visado en Egipto; me dejé llevar por las nuevas amistades, sus experiencias y de esta manera disfruté de unas semanas de amistad y cariño. Celebré mi cumpleaños y nervioso esperé unos días más a mi primera visita: Leila y Amal, que me llenaron de amor y de alegría por encontrarme de nuevo con los míos.

La noche antes de salir, bebí en compañía de mis dos amigos suizos, el regalo traído de España por mis queridas amigas. Tras tres horas de dulce sueño, desperté, hice los últimos preparativos y después de tomar el último té con mis amigos reinicié el viaje en bicicleta a las 12 de la mañana.

El Cairo se mostró frenético, lleno de vida, de ruido, coches y gentes por doquier. No fue difícil salir de esta ciudad: una vez en el Nilo, avanzar contracorriente sus aguas. Un hora y cuarto después circulaba por un nuevo mundo, agrícola, con menos ruido; mucho más agradable para los sentidos.

A los 80 km sufrí mi primera avería seria: uno de los tornillos que soporta el transportín estaba segado como por un filo bien afilado, corte impoluto. En seguida apareció la ayuda, Ahmed con todo su buen hacer no pudo sacar lo que quedó de tornillo dentro del cuadro de la bici. Menos mal que cambiando el transportín de agujeros pudimos apañar el problema.

Me invitaron a cenar en una casa, detrás de la cortina que separa el mundo de los hombres y las mujeres. Después buscamos un sitio dónde pudiera dormir: fue en una cafetería al margen de la carretera. Allí conocí a Goma: 15 años con cara de pícaro, sobre todo cuando fumaba. Me recomendaron dar una propina a Goma de 5 pound egipcios (menos de un euro) para que se portara bien esa noche y "no me robara", Goma aceptó el trato con agrado.

Me desperté a las 5:30am y desayuné té y bollos. Media hora más tarde monté sobre Mukeika -faltaban los guantes que olvidé quitar de la bici; no es culpa del amante de lo ajeno sino mía por dejarlos ahí, total, hace semanas que no los uso...- el espectáculo de la Madre Naturaleza comenzó: un horizonte finito por la húmeda neblina del rocio, recortado por la oscura presencia de altas palmeras. Buena temperatura, casi frío para mi cuerpo habituado al calor; y color, muchísimo color, un baño anaranjado en el horizonte, en el reflejo de Mukeika, en mis pupilas, en el alma de este nuevo día que terminaba de nacer.

Rápidamente había recorrido 100 km sin esfuerzo ni síntomas de cansacio, siempre distraido por la visión de los agricultores inmersos en los campos de trigo, de alfalfa..., las mujeres lavando a orillas del río siempre en grupo en animada conversación y alegría. Venían a mí olores de la infancia: el del trigo recién trillado bajo el fuerte Sol, el de la tierra de cultivo pintada de verde-vida y agua, el de los animales de tiro. No rodé con música ninguno de estos dos días, el hilo músical estaba en la ruta: entre los secos trigales movidos por la brisa del Nilo, listos para ser segados; los calurosos saludos de sus gentes y los gritos de los niños.

Un fuerte dolor en mi rodilla derecha produjo que saliera de mi ensimismado estado. Mientras dormía, cambiaron la altura del sillín y no me dí cuenta hasta que fue demasiado tarde. No había hoteles, ya lo sabía, desde el Cairo hasta El Minia -240 km- desde donde escribo. Me ví en una situación difícil ¿qué hacer? si paraba no tenía donde dormir y era pronto para ello a las tres de la tarde, si continuaba hasta El Minia no sabía si conseguiría rodar el total de 180 km. Me decidí por la segunda opción, mi cuerpo no estaba cansado después de 110 km, mi mente bien aunque agitada por el dolor que se producía si intentaba hacer fuerza con la rodilla derecha. Me dejé fluir de tal manera que pareciera que no montaba en bicicleta sino que navegara por el asfalto, sin esfuerzo fluía a 20-25 km/h. Los últimos 55 km fueron menos agradable, paraba cada 10 km para olvidar el agudo dolor y reemprendía el camino.

El atardecer se dejaba sentir, escasa hora y media y 22 km para la meta, el hotel y el descanso. Pero no siempre en la vida las cosas fluyen como nos gustaría... Muke fue atravesada por un clavo en su rueda trasera, en la peor de las dos ya que hay que quitar todas las bolsas para repararla. Caminé unos metros tirando de la bici en búsqueda de un sitio mejor para esta labor. Estaba cabreado, furioso y por "un" segundo desesperado; apareció un hombre subido en su tractor remolcando unos fardos de paja -¿problemas? -me dijo y contesté afirmativamente. Se ofreció a llevarme, me esperaba pero fui incapaz de subir la bici yo solo al remolque, comencé a quitar las bolsas de la bici y cuando volví a mirar, el tractor, cansado de esperar, volvió a iniciar su marcha y con él se llevo mis esperanzas.

No siempre es fácil viajar -vivir-, sólo o acompañado se presentan situaciones que hay que salvar o quedarse mirando el problema sin que nunca venga la solución. Mi manera de ser es de la primera opción: aprovechando que estaban las bolsas fuera, arreglé el pinchazo en compañía de una decena de personas que curiosas me miraban. Uno se curte con el tiempo y aprovecha estas situaciones en las que desesperar es tan fácil, así que envié a un chaval a que me comprara un paquete de cigarrillos, una hermosa mujer me fue a por algo de beber y finalmente, unos niños me sirvieron de "pata de cabra" mientras cargaba la bici.

¡Vale Daniel! menos de una hora para el atardecer y 22 km, además hay que buscar un hotel. Con la mente y el corazón tranquilo rodé y alcanzé al tractor, amorosamente saludé a su conductor y le dejé atrás. No era momento de ser negativo, entonces mejor ser positivo.

Aún con luz llegué a El Minia. Mi rodilla se resentía más y me resultaba mucho más difícil pedalear aquí entre el tráfico y la gente que continuamente me forzaban a parar y a pedalear desde la no-inercia de la marcha. Después de varios hoteles, encontré uno que se situaba dentro de mi presupuesto. Subí las escaleras con dificultad, las bajé más fácilmente para ir a cenar y en la recepción me hicieron firmar un papelito que rezaba algo así como que yo era responsable de mí mismo si me ocurría algo por ir sin policia por las calles. Con humor para bromear le dije al policia que estaría encantado de su compañía durante mi estancia en su ciudad, ante su pálida expresión, decidí firmar el papelito mientras le regalaba mi sonrisa más pícara.

Esta mañana mi rodilla está mejor pero no lista quizá para mañana como había pensado. ¿Qué pasará? Os lo contaré en otra ocación, cuando me decida entre las múltiples soluciones que rondan por mi mente.

Día: 104 - 3506 km - El Minia (Egipto)

martes, febrero 26, 2008

Diálogos

- ¡Eh! ¿Qué pasa, no vas contar nada a tu gente? ¿Qué ocurre?-pregunta Mukeika a Micky-
- No sé qué contar Muke, estoy cansado y tengo la cabeza embotada con tantas historias, experiencias y encuentros que no se por dónde empezar.
Quizá para ti sea fácil. Ruedas por las carreteras sin rumbo, tranquila sin plan. Disfrutas cada momento, cada metro sin pensar en el mañana, en el momento de dejar Túnez. En cambio yo, me peleo entre las ganas de avanzar hacia el Este y el recuerdo de las personas que se quedan atrás.
Ahora aquí en Aghir, escucho el susurro del oleaje de la Madre Mar y dejo que me lleve tan lejos como sus aguas bañan las costas de otros lugares.
- ¡Ah! muy bonito. Crees que olvido a todas aquellas personas que además de ti me han montado y reído al desplazarse en mi dulce rodar. De los niños que curiosos han deseado montarme pero por mis 56 kg no han podido.
Cuando en El-Hachichina serví de atril para que fotografiases a los niños o cuando la familia me fue probando el día de nuestra despedida.
- Lo siento Muke, a veces olvido que eres mucho más que una bicicleta.

Así comenzó el diálogo entre Micky y su compañera de viaje Mukeika una mañana a finales del mes de febrero del 2008 mientras desayunaban pan con membrillo y quesitos.

Mukeika es muy alegre y de personalidad segura y fuerte aún siendo tan sólo una bicicleta para los humanos. No para todos, mis queridos lectores: los niños y Micky, además de las plantas y los animales; de los cuatro elementos -hermanos de Mukeika-, todos ellos ven más allá de su refinada y bella estructura y pueden hablar con ella y escuchar cómo ríe y bromea a cada momento.

Una vez terminaron de desayunar, mientras Micky fumaba su cigarro mañanero, charlaban animados por el comienzo de un nuevo día recordando historias pasadas por tierras tunecinas. Porque mediante las historias se comunica el humano, transmitiendo la Memoria de generación en generación. Poniendo en ella los sentimientos y con ellos el corazón de ese instante que es el Vivir la Vida.

Mientras el día despertaba, así rememoraban sus historias nuestros dos protagonistas:

- Cierto, qué buenos momento pasamos en Kairouan. Sabes Mukeika que Kairouan en una de las cuatro ciudades más importantes dentro del Islam. Imagínate una cruz en la que en sus extremos se encuentran: Meca, Medina, Jerusalén y Kairouan. Pues hiendo cuatro o cinco veces a Kairouan bastan como ir una vez a la Meca.
- No, no lo sabía Micky y qué más
- Aaaah... amiga mía. Deja que te cuente más cosas acerca de esta ciudad que tanto me gustó y de alguna de sus historias.
Allí se encuentra la fuente de Bir Barruta. Cuentan las gentes de aquel lugar que cuando una caravana cruzaba estas tierras, cansada y sedienta de cruzar áridos parajes. Lloraban los más jóvenes y los animales, sedientos, renunciaban a seguir la marcha. En el momento más duro para todos, cuando apenas la sombra se atrevía a asomarse, un perro escarbaba en la tierra. Escarbó hasta que de allí mano agua fresca para el bien de todos. Desde entonces allí se encuentra la fuente. Rruta es el nombre del perro y Bir el del lugar.
Algunos dicen que estas aguas están vinculadas con las de Zem Zem, en Meca, y algún día volverá a manar el agua vinculada a ese santo lugar. De momento un majestuoso camello adicto a los terrones de azúcar mueve diariamente la rueda del pozo para extraer el agua que en sus profundidades se halla y de esta forma, su refrescante elixir, continúa dando de beber al sediento y al peregrino.
Además tiene una enorme y magnífica Mezquita construida en tiempo de las conquistas árabes del Magreb a mediados del siglo VII A.D.
Es una ciudad de gran belleza y tranquilidad donde en su Medina los hombres y mujeres tejen alfombras de tres diferentes estilos, trabajan la seda y el hilo con la misma maestría que antiguamente, cuando el apogeo cultural del mundo árabe.
- Oh y yo en aquel hotel que antiguamente fue una cuadra y que con el paso de los años se fue convirtiendo en lo que ahora es.
Después de Kairouan nos fuimos a Sousse, Mahdia y El-Jem. ¿No es así?
- Sí me querida parlanchina. Recuerdas que en Sousse dormimos en la casa de Brahim y de su pareja gracias a ese encuentro fortuito con los suecos Alex y AzilGreb. La última, vive dentro de la Medina y allí va escribiendo sobre la gente extraña y las fantásticas historias que ocurren dentro de sus murallas.
- Oooh.. je je je ¡qué personas más interesantes hay por el mundo!
¿Qué vino después Micky? Ah! ya recuerdo, cuando quisimos hacer 133 km en un día desde Sfax a Gabés y tardamos, como nos gustaba imaginárnoslo: "133km, 1 día y 3 noches"
- Ja, ja, ja ¡es verdad! Sin duda, lo mejor que nos ha ocurrido en Túnez.
- Sí, qué familia tan amigable, simpática y alegre. Cómo disfrutaban subidos en mi y cómo se reían cuando bromeando los tiraba al suelo.
- Menos mal que ninguno de ellos sufrió daño alguno con tus bromas, Muke. Porque yo, días antes, al pensar que habías tirado una botella de agua cuando salíamos de El-Jem de ver su anfiteatro romano, me dí un buen susto cuando me tiraste al suelo.
- Lo siento, Micky, no volveré a bromear contigo por la mañana temprano. Además, eres un aburrimiento de compañero sumido en tu mundo lejano hasta las 12 am.
- No eres la primera persona que me sufre viajando por las mañanas pero bueno, volvamos a la familia en El-Hachichina.
Íbamos a mitad de camino cuando aparecieron en la carretera a lo lejos Amina y Dbanda gritando y haciéndonos señas para que nos acercáramos. Nos invitaron a comer y así se nos hizo la noche y con ella vino el papá, un tipo grandullón de enorme sonrisa y gran corazón que día a día nos decía en árabe que nos quedáramos más tiempo con ellos.
Así transcurrieron tres noches más entre clases de pronunciación del árabe, ayudando a embellecer la fachada de la casa a sorbos de té e inhalaciones del delicioso humo de la Chicha -Cachimba, para los españoles-.
Allí me pusieron un nombre árabe y así me llamaron siempre ¿Te acuerdas Muke? Nosotros creyendo que me decían Omar y no, era Amor. Amor ibn Ramiro.
- Qué días tan felices y qué difícil fue irnos de allí.
- No me recuerdes Mukeika, no me lo recuerdes. Estabas tontita, no querías avanzar y el hermano Viento nos hablaba de cara acerca de la familia que dejábamos atrás con lágrimas en los ojos. Fue a los siete km que se rajó un poco la cubierta de tu rueda trasera y te la cambié por una nueva. Tuve que tirar de tí durante 50 km de los 70 que hicimos aquel día hasta Gabés. Te portaste muy mal, casi me matas del esfuerzo; hasta intenté durante quince minutos hacer autostop de lo terca que te pusiste por tener que rodar de noche.
- Si no te diera por salir tan tarde, hubiéramos visto el atardecer en la ciudad y no en la ruta.
- Vale Muke. Se lo prometí a mi padre y ahora te lo prometo a tí. A no ser que sea absolutamente necesario, no volveremos a rodar de noche, ok?
- Mmmh... te creo, se que eres persona de palabra.
A mi -dice Mukeika- lo que más me gustó fue el día de llegada y el de salida de Matmata, recorriendo planas llanuras antes de subir las montañas.
- Cierto es que fueron los días más bellos en la carretera. Cuando ascendíamos a Matmata y nos paró un coche para hacerse fotos con nosotros, ¿recuerdas? -Mukeika asiente afirmativamente- Resultó que eran un grupo de chicas/os que trabajan para Red Bull y con esta bebida nos dieron energía para subir lo que nos quedaba.
- Y no olvides cuando nos paramos a saludar a unos que viajaban en su furgoneta desde Karinthia hasta los desiertos tunecinos. Qué personas tan simpáticas que te invitaron a café y bollo y te regalaron un paquete de tabaco. Me encantan las personas de esa región -dijo Mukeika-.
- Lindas, lindas, muy lindas y bellas personas. Pena que no nos encontrásemos con ellos al día siguiente.
Muke, yo no sabía por qué íbamos a Matmata, no recordaba porqué estaba marcado en el mapa. Al final, una parejita de ingleses que maravillados y envidiosos te miraban, me dijeron que allí cerca habían rodado parte de la película de la Guerra de las Galaxias.
- ¡Asú! y no me llevaste a ver ese sitio Micky. Sólo fuimos a ver aquellos enormes agujeros en la tierra donde vivían/viven los bereberes y porque estaban de camino que si no...
- No te quejes Muke, el trato es que tu elijes la ruta en tu libre albedrío y yo cuándo y dónde nos paramos. ¿No es así?
- Eres insoportable cuando te haces el listillo sentencioso Micky pero tienes razón.
- Muke, gracias a ti pasamos dos días entre colinas que subían y subían para después bajar bañadas por la sombra de las nubes. También nos llevaste a donde ahora estamos por un camino que yo nunca habría tomado.
- Sí, y fue Mustahfa quien nos invitó a comer y luego a dormir en su casa porque dio la casualidad de que es profesor de informática en un colegio y así comenzasteis a llevaros.
- E vero, él en su moto rodó varios km al lado nuestro preguntándome cosas de redes y servidores hasta que finalmente terminamos en su casa comiendo. Después nos fuimos a ver un partido de fútbol en el patio del colegio entre los profesores.
- Cuántas cosas ¿no? Micky
- Sí, y muchas más que nos han ocurrido y nos pasaran.
- Micky, ¿cuándo vamos a cruzar a Libia?
- Dentro de pocos Muke, seguro antes del 2 de Marzo ya que después no nos lo permite nuestra visa de tránsito.
- ¿Sabes? estoy nerviosa -Por qué, preguntó Micky- Porque 15 días no son suficientes para cruzar ese país que tiene casi 1800 km de costa. No sé cómo lo vamos a hacer.
-Mi querida Mukeika, estate tranquila. Ese libro tiene sus hojas todavía en blanco. Recuerda eso que leímos en una ocasión:
"El que tema por sufrir, ya sufre de temor"
Permitamos que el país se nos presente poco a poco y con él la solución a esa adversidad.
- ¿Vas a votar el 9 de Marzo Micky?
- Mucho preguntas ya Muke. Anda, vamos a bañarnos a la playa que ya empieza a calentar nuestro Padre Sol.
- Y ¿haremos un castillo de arena?
- Muke...
- Coñazo de tío -murmura Mukeika para sus adentros-. Vale, ya callo. Vámonos.
[Dedicada al Flaco con todo mi cariño y buena energía. Suerte Gran Valor]

 
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